La Facultad de Psicología dedica una sesión al diagnóstico precoz del autismo
La Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) organizó ayer en el Auditorio San Juan Pablo II la conferencia ‘Detección precoz y diagnóstico temprano del Autismo. Marcadores y estrategias’, impartida por el especialista en Neurodesarrollo y Trastorno del Espectro Autista (TEA) y decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Salamanca (USAL), Ricardo Canal Bedia.

La sesión estuvo dirigida por la profesora de la Facultad de Psicología de la UPSA Teresa Sánchez Sánchez, quien confesó, en estos días previos a su jubilación, que “contar hoy con la intervención de Ricardo Canal es el mejor colofón de mi paso como docente de la UPSA”.
Tras la presentación, Ricardo Canal Bedia comenzó su intervención concretando que “el autismo y la atención precoz han sido el hilo conductor de mis años de profesión. En 1982, empecé a trabajar y aquí estoy, 43 años después, hablando a estudiantes como lo fui yo. La atención precoz del autismo es un reto enorme, como cualquier reto en investigación. El autismo lo tenemos que ver de dos maneras: como una condición al neurodesarrollo, y como una parte fundamental de la identidad de alguien, que tiene fortalezas y debilidades y que es parte del espectro de la neurodiversidad humana. Cuando hablamos del espectro autista, vemos que hay un alto grado de variabilidad interindividual y que no existe un modelo de persona ‘autista de libro’: cada uno es diferente”.
Además, Canal Bedia ha mostrado que el autismo es “un mosaico de perfiles: hay una enorme variabilidad en severidad -lenguaje y comunicación, cognición/razonamiento, intereses patrones repetitivos, sensorialidad, conducta adaptativa y comorbilidad- y hay una heterogeneidad genética, lo que supone que el autismo no puede entenderse como un único trastorno, sino como un conjunto de trayectorias del neurodesarrollo. Por tanto, es una diversidad neurológica que forma parte de la condición humana, concretando que todo ello proviene de cómo se desarrolla el cerebro a partir de unas características genéticas y ambientales”.
En este sentido, el decano de la Facultad de Educación de la USAL ha ampliado su intervención indicando que “los genes solo no lo explican todo y que esa alteración tiene que ver con la experiencia y dependencia con el entorno. Cuanto antes se detecte el riesgo de TEA, más probable será que la intervención cambie la trayectoria atípica”. Ricardo Canal también ha especificado en su exposición cuáles pueden ser las alteraciones genéticas y los mecanismos neurobiológicos implicados, así como las consecuencias positivas que tendría una detección y diagnóstico temprano. Posteriormente, ha expuesto varios ejemplos de las dificultades que muestran los niños con autismo -vinculados a la mirada referencial, la atención conjunta, la referencia social, la imitación o el comportamiento ante los actos de juego compartido- y ha incidido en que “el autismo emerge gradualmente, lo cual demuestra que es importante hacer un esfuerzo para la detección precoz. Una intervención temprana tendría un impacto muy positivo y va a impulsar el desarrollo. Las intervenciones tempranas conducen a mejoras significativas. Un diagnóstico precoz se asocia a niveles más bajos de estrés y ansiedad, además de ahorro en costes sanitarios. En concreto, en los ’90 se desarrollaron herramientas de detección precoz tipo M-CHAT-R, cuestionario que se aplica como cribado de TEA específico en Castilla y León”.







