Mario Torres Jarrín: “En el ciberespacio no existen fronteras, normas, ni gobernanza, de ahí la necesidad de crear normas internacionales que lo regulen”

Mario Torres Jarrín es un hombre de mundo. Su Perú natal se mezcla con su vida profesional, académica y personal en Venezuela, España, Suecia y Alemania. Ha sido investigador y profesor en la Universidad de Estocolmo, director del European Institute of International Studies (Suecia) y en la Fredrich Alexander University-Erlangen Nuremberg (Alemania), así mismo ha sido profesor visitante en varias universidades y ha colaborado con academias diplomáticas europeas y americanas. Sus investigaciones –sobre relaciones internacionales, estudios europeos, relaciones Unión Europea-América Latina y el Caribe, integración regional e interregionalismo, gobernanza global y diplomacia en la era digital¬– le han permitido ser asesor de diversos países y organismos internacionales como Naciones Unidas, la Comisión Europea, OCDE, UNESCO, o la Organización Mundial de Comercio. Además, es miembro de tres comités científicos internacionales pertenecientes al sistema de cumbres del G20/T20. Mario ha sido reconocido con varios premios internacionales y actualmente es el director del Instituto de Estudios Europeos y Derechos Humanos y director de la Oficina de Proyectos Internacionales en la UPSA.

(P): Sus últimas investigaciones son sobre ‘Techplomacia’ ¿En qué consiste?

(R): Es un concepto creado por el gobierno danés en 2017. Señala la importancia e impacto que tienen las Grandes Empresas Tecnológicas (GET) en los asuntos internacionales, razón por la cual consideraron necesario repensar la diplomacia y enfocar parte de su acción exterior hacia las GET. En ese mismo año, el gobierno danés abrió la primera ‘Tech Embajada’ y nombraron a un ‘Tech Embajador’ ante los gigantes tecnológicos de los nuevos centros económicos y de poder: Silicon Valley, Copenhague y Beijing, por tanto, se brinda a las GET un estatus de actor internacional similar a las de los Estados. Este hecho evidencia el grado de poder económico y sobre todo geopolítico que estas empresas ejercen sobre el conjunto de la sociedad en los ámbitos políticos, jurídico, económico, social y cultural. La era digital representa un cambio de época, lo que obliga a repensar nuestra concepción sobre las relaciones internacionales. En consecuencia, la Techplomacia es la acción exterior realizada por un estado hacia las grandes empresas tecnológicas. A la iniciativa danesa, se han sumado otros países y, tanto la Unión Europea como Naciones Unidas, han creado la figura de un ‘enviado especial’ para las GET. 

 

Pregunta (P): Su última propuesta al G20 se refiere al impacto de las empresas tecnológicas en la estabilidad geopolítica. ¿Las empresas tecnológicas tienen más poder e influencia que muchos países?

Respuesta (R): En efecto, el G20 me ha publicado dos Policy brief sobre Techplomacia y otro sobre un Tech Ambassador para el G20. Mis recomendaciones fueron orientadas a la necesidad de que los países del G20 desarrollen una política exterior que contemple como nuevo instrumento la Techplomacia. Los países necesitan conocer de cerca el uso e impacto de los avances tecnológicos producidos por las GET, y una forma de hacerlo es estableciendo relaciones internacionales con estas empresas, porque su poder reside en su capacidad de desarrollar actividades en el ciberespacio. La riqueza acumulada de estas empresas alcanza el PIB de 160 países de los 193 estados miembros de Naciones Unidas. El ciberespacio no está regulado, por lo que es necesario crear un tratado internacional que lo regule. 

 

(P): Aunque tecnológicamente es posible, las empresas de redes sociales no asumen la responsabilidad de lo que se publica en ellas. ¿En qué medida las redes sociales influyen en las relaciones internacionales?

(R): Las redes sociales influyen en la vida social, cultural, económica y también en la política de los países. En consecuencia, también lo hace en las relaciones internacionales. Su uso es positivo cuando se utiliza como herramienta de encuentro de culturas, defensa de los derechos humanos y democracia, el respeto por el derecho internacional y la paz. Pero también existen grupos de poder, sean estados o empresas, que buscan consolidar su potestad mediante campañas difundidas a través de redes sociales y una gran cantidad de información falsa circulando en el ciberespacio. En el ciberespacio no existen fronteras, normas, ni gobernanza, de ahí la necesidad de crear normas internacionales que lo regulen.

 

(P): Como experto en diplomacia, ¿qué falla en la relación entre países para que lleguen a la guerra?

(R): Confianza. El sistema internacional se sostiene sólo sobre la delgada línea de la confianza. La importancia del multilateralismo es un mecanismo que permite acercar países y lograr consensos que permiten garantizar la paz. Es necesario diseñar una agenda común que contemple los intereses de todas las partes. Vivimos en un mundo global, interconectado y con una interdependencia entre todos los países. La brecha social es fuente de conflictos, y la actual brecha digital aumentará la desigualdad en y entre los países. Por eso, es necesario la diplomacia. Las guerras ya no son sólo convencionales, también hay guerras híbridas y de desinformación que se desarrollan en el ciberespacio, como actos terroristas y de desestabilización política. 

 

(P): Es miembro de cinco proyectos de investigación financiados por la Comisión Europea ¿Cómo se puede promover la investigación internacional en las universidades?

(R): Hay que estar en la vanguardia de los temas de actualidad y buscar la excelencia académica a nivel internacional. Como Universidad, nuestra competencia no debe ser con las instituciones académicas de nuestro entorno o país, nuestra oferta académica debe de ser competitiva en el mundo. Esto significa que debemos tener proyectos de investigación y programas académicos internacionales. Participar en proyectos europeos es un sello de excelencia académica y ayuda a internacionalizar la imagen de la Universidad, se traduce en nuevos acuerdos y en la generación de nuevos programas académicos financiados por la Comisión Europea. La investigación, la especialización y su alto grado en internacionalización en una universidad son el mayor sello distintivo. 

 

(P): Este año está dirigiendo un proyecto de investigación en la UPSA sobre patrimonio cultural mediante la narración digital y alfabetización mediática, financiado por el Programa Erasmus+. ¿Cuál es su objetivo?

(R): Desde el Instituto de Estudios Europeos y Derechos Humanos hemos creado cuatro grupos de investigación, integrados por 62 investigadores asociados (con 12 miembros de la UPSA y 50 internacionales) y en uno de ellos se enmarca nuestro proyecto EUdefenders. La digitalización de la economía ha generado la necesidad de crear una nueva narrativa y alfabetización para la era en la que vivimos. Por ello, creamos el proyecto EUdefenders, para buscar cómo preservar nuestra civilización europea a través del patrimonio cultural como un elemento de identidad común, no diferenciador. El trabajo busca seguir transmitiendo de generación en generación esa riqueza cultural, pero somos conscientes de que para que eso ocurra hay que crear esa nueva narrativa adaptada a la era digital. Pretendemos encontrar nuevas herramientas digitales que promocionen el patrimonio cultural europeo, de ahí que una parte del proyecto esté destinado a la investigación y otra a la formación en competencias digitales como parte del proceso de alfabetización digital.