Paz Quevedo: “Lo esencial de las personas no lo cambia una pandemia”

Paz Quevedo presume de estudiar la normalidad de las personas. En un momento en el que la pandemia ha sacudido psicológicamente a la mayoría de la población, esta idea se convierte en un objetivo especialmente apasionante. Catedrática en Psicología de la Personalidad, Quevedo puntualiza que estos dos años de restricciones han hecho mella, principalmente, en el carácter de las personas, favoreciendo que los aspectos más vulnerables de cada individuo emerjan de forma evidente. Para esta cántabra aficionada a la zarzuela y la poesía, la psicología juega, cada vez más, un papel determinante en situaciones de crisis, y alerta sobre las escasas herramientas que actualmente ofrece la sociedad a las nuevas generaciones para garantizar una salud mental adecuada. Después de más de tres décadas dedicada a la investigación y a la docencia en la Facultad de Psicología, invita a sus alumnos a utilizar expresamente la mente y la creatividad para generar nuevas oportunidades y ayudar a los que más lo necesitan.

Pregunta: La Psicología de la Personalidad estudia el comportamiento y el carácter de las personas. ¿Cree que la pandemia mundial ha provocado un cambio en el comportamiento y en la personalidad de las personas?

 

Respuesta: La Psicología de la Personalidad estudia el comportamiento y el carácter, es decir, el temperamento de las personas. Esto significa que hay una parte inamovible -el temperamento, que tiene una base biológica y un peso innato- y otra más modificable -el carácter, que va modificándose con los aprendizajes, con la experiencia, etc.-. Por ello, lo esencial de las personas no lo cambia una pandemia, ya que cada individuo tiene una esencia de identidad que siempre va a permanecer a lo largo de su vida.

 

Lo que sí ha cambiado la pandemia ha sido la parte del carácter, los hábitos de tipo social, de relación y las cuestiones más emocionales. 

 

(P): Ha realizado varias investigaciones sobre la relación existente entre resiliencia y bienestar psicológico, el afrontamiento de problemas y la personalidad en los jóvenes universitarios. ¿Cuáles han sido los resultados?

 

(R): Uno de los ingredientes fundamentales de la salud mental -relacionado con la resiliencia- tiene que ver no tanto con identificar los problemas de las personas, sino con las estrategias de afrontamiento que tienen frente a los problemas. 

 

Los individuos pasamos por prácticamente lo mismo en diferentes momentos de nuestra vida: todos hemos tenido pérdidas, sufrido enfermedades, etc., cuestiones que indican que la experiencia humana es universal y que el aprendizaje de estrategias es clave para afrontar en mejor o peor medida las adversidades.

 

En este sentido, las últimas generaciones han potenciado muy poco estas estrategias de afrontamiento de dificultades, donde se evidencia que lo más tremendo para un individuo es encontrarse sin ninguna opción para resolver los problemas. Que la sociedad no se empeñe en darles herramientas y permita que la gente vaya desarrollando sus propios recursos es condenarla a no llegar a un nivel de bienestar y de salud mental adecuado.

 

(P): Ha escrito un libro sobre el Síndrome de Bournout o de ‘Desgaste profesional’ ¿Cuáles son los síntomas que pueden dar la señal de alarma en un trabajador que lo padece y cómo solucionarlo? ¿Qué falta por investigar en el campo de la Psicología de la Personalidad?

 

(R): Hay tres fases que están muy definidas. La más extrema es la tercera fase, que es la que llamamos despersonalización, e indica que tienes un grado de Burnout muy alto ya que el individuo se siente incompetente y no soporta las emociones negativas que el contexto conlleva.

 

En el desarrollo del Burnout hay dos tipos de factores: unos personales, relacionados con las características de la personalidad de cada uno, y unos factores contextuales. Dentro de los primeros, que son temperamentales, puedo, en todo caso, autocontrolarme, pero sin llegar a cambiarlos. Por su parte, los contextuales, -me siento maltratado en mi puesto de trabajo, no me valoran, nadie cuenta conmigo o tienen una visión negativa de mí mismo-, tampoco son fáciles de modificar. Por lo tanto, cuando el Burnout tiene una base contextual muy potente se opta por bajar la relevancia del contexto y manejar, de la mejor manera posible, esa desmotivación.

 

En realidad, todos los tratamientos de Burnout han fracasado hasta ahora, pero sin perder de vista que la única idea que se ha logrado ha sido la toma de conciencia social. 

 

(P): ¿Qué falta por investigar en el campo de la Psicología de la Personalidad?

 

(R): Mucho. Queda todo el cerebro, aunque en estos últimos 8-10 años ha sido impresionante el volumen de noticias sobre los avances que han ido aportando los neuropsicólogos. 

 

El campo que más me apasiona y sobre el que considero que habría que profundizar más, es el del manejo de las emociones. Lamentablemente, han emergido algunas pseudociencias que apuestan por estos componentes y trabajan con dichas emociones como, por ejemplo, el coaching, donde encontramos a personas que ejercen sin tener una formación específica en Psicología. En este sentido, manejar estas cuestiones es una deuda que tenemos los psicólogos con la sociedad. 

 

(P): ¿Cuáles son las salidas profesionales para los titulados en Psicología? ¿Qué consejo ofrece a los alumnos de Psicología que se quieran dedicar a su área de conocimiento?

 

(R): Las salidas dependen de los perfiles personales, puesto que estamos en una época de creatividad donde los psicólogos pueden estar en cualquier sitio. 

 

Cuando yo hice la carrera hace 40 años, éramos “bichos raros”, no había profesionales de esta disciplina en ninguna parte y toda mi generación abrió puestos de trabajo que no existían. Algunos compañeros de promoción fueron los primeros psicólogos de las cárceles o en los tribunales de menores, por lo tanto, fueron puestos creados en mi época que demuestran que las salidas profesionales las genera cada persona. 

 

En estos últimos años, hemos tenido que estar, lamentablemente, en todas las intervenciones de crisis, lo cual indica que es una línea de trabajo que se va a potenciar muchísimo y que hay que ser creativo para generar oportunidades.

 

Respecto a los alumnos que se quieran dedicar a la Psicología de la Personalidad, ya les advierto que esta especialidad estudia la conducta normal, es decir, cómo son las personas, cuán constantes son, qué aspectos cambian, cuáles permanecen, etc. Con ello quiero decir que lo que nos interesa es la normalidad y esto, por lo general, es poco atractivo porque la gente lo que quiere es trabajar con psicopatologías más complejas.

 

Este campo tiene dos desventajas: uno, que hay mucha investigación básica no aplicada -y esto a muchas personas les aburre- y, dos, que es densísimo. Me parece maravillosa la psicología de la personalidad porque va al núcleo de las personas y pretende averiguar quién soy yo, porqué soy así, qué puedo cambiar; de qué manera puedo potenciar lo mejor de mí mismo. Diría que quién tenga esta misma curiosidad de saber quiénes son los seres humanos, esta es su área, ¡no hay otra!